
A juzgar por el tamaño de sus uniformes, a estos Lanceros les sobran tres tallas (o quizás la sacada de “pomada” en la Escuela de Lanceros les exprimió la proteína de dotación). Por fortuna hay una valla que sirve para que Edgar Caicedo apoye su anémica anatomía, mientras que su compañero “Lanza”, Carlos Espinosa, le pone el pecho a la cámara, en posición de ¡Al asalto!